Cada vez que desbloqueamos el móvil y abrimos una app cualquiera, estamos activando mucho más que la simple interfaz que vemos en pantalla. Detrás de cada movimiento, cada toque y cada permiso concedido, hay una maquinaria que recopila, analiza y almacena datos que, muchas veces, no sabemos ni que estamos compartiendo. Uno de los más sensibles, sin duda, es la ubicación. Y aunque puede parecer útil que una app sepa dónde estamos para recomendarnos una cafetería cercana o para guiarnos por una ruta, la realidad es que esta información tiene un valor enorme y no siempre se utiliza con fines tan inofensivos. Basta con echar un vistazo a cómo funcionan algunas aplicaciones como WhatsApp para darse cuenta de que, aunque creamos tener el control, hay detalles que se nos escapan. En este artículo te explicamos qué significa margen de precisión en WhatsApp y otros conceptos que suelen pasar desapercibidos, pero que dicen mucho sobre el nivel de detalle con el que esta app puede situarte en el mapa.
El margen de precisión en WhatsApp: más revelador de lo que crees
Cuando alguien comparte su ubicación contigo en WhatsApp, puedes ver un punto sobre el mapa y asumir que representa exactamente el lugar donde se encuentra esa persona. Pero en realidad, ese punto viene acompañado de un margen de error que define cuán exacta es la ubicación que estás viendo. A veces el punto puede estar dentro de unos pocos metros de diferencia; otras, puede mostrarte a alguien en una calle cuando en realidad está en otra completamente distinta. Y todo depende de varios factores: desde si tiene activado el GPS, hasta si está conectado a una red Wi-Fi o si hay interferencias ambientales que afectan a la señal.
Este nivel de precisión puede parecer un detalle sin importancia, pero va mucho más allá de una simple ubicación equivocada. Es una pista de cuánto puede saber una app sobre ti y cómo puede afinar su seguimiento. Cuanto más pequeño sea ese margen, más exacta será la localización. Y lo más interesante es que no siempre es algo que decidimos. Muchas aplicaciones ajustan este parámetro por sí solas, sin avisarte, según sus necesidades o su política de privacidad. Por eso, conviene prestar atención y ser conscientes de que, aunque creamos que tenemos el control, el móvil puede saber exactamente si estamos en casa, en la oficina o comprando el pan. Literalmente.
El acceso a la ubicación en segundo plano: ¿permiso o abuso?
Uno de los mayores problemas que tenemos con la tecnología actual es que muchas veces damos permisos sin leer ni entender bien lo que implican. ¿Quién no ha aceptado sin pensarlo el acceso a la ubicación cuando instala una app nueva? Lo hacemos casi por reflejo, sin reparar en que ese gesto puede abrir la puerta a un seguimiento constante, incluso cuando no estamos usando esa aplicación. Es lo que se conoce como acceso a la ubicación en segundo plano. Y aunque muchas plataformas dicen que lo hacen para mejorar la experiencia del usuario, en la práctica significa que están recopilando datos todo el tiempo.
Este tipo de acceso permite a las apps seguirnos sin que lo sepamos. Si llevamos el móvil encima (como casi siempre), es como si estuviéramos llevando un localizador en el bolsillo. Da igual que no estemos usando la app: si tiene permiso, puede saber por dónde nos movemos, cuánto tiempo pasamos en un sitio, y con qué frecuencia lo visitamos. Y esa información puede acabar en manos de anunciantes, servicios de terceros o incluso empresas que ni conocemos. Es un negocio redondo para ellos, y un riesgo para nosotros.
WhatsApp, por ejemplo, es una de esas apps que puede ofrecer la localización en tiempo real. Y aunque es una función útil cuando compartes tu ubicación con alguien de confianza, también deja una puerta abierta a usos mucho menos inocentes. Especialmente si no sabemos interpretar bien los símbolos que aparecen en pantalla, como ese círculo rojo que tanta confusión genera.
¿Qué significa el círculo rojo en la ubicación en tiempo real?
En muchas ocasiones, cuando alguien te envía su localización en tiempo real por WhatsApp, ves un punto sobre el mapa con un círculo rojo en la ubicación en tiempo real. Ese círculo no es decorativo. Representa justamente el margen de precisión del que hablábamos antes. Cuanto más grande es ese círculo, menos exacta es la ubicación que estás viendo. Y viceversa. Si apenas lo notas, es porque la app ha podido localizar con bastante exactitud a la persona.
Este detalle, que muchas veces pasa desapercibido, puede dar una pista muy clara sobre el tipo de conexión que está usando el emisor, la calidad de la señal GPS y, sobre todo, sobre lo que WhatsApp sabe en tiempo real. Es un indicador que no todo el mundo interpreta bien, pero que puede revelar más de lo que creemos. Por eso, si eres de los que usan esta función con frecuencia, no estaría mal echarle un vistazo más crítico a esos detalles. Puede que creas que estás enviando algo tan simple como una ubicación, pero en realidad estás compartiendo más información de la que imaginas.
Controlar tu privacidad no es tan sencillo como desactivar el GPS
Uno de los grandes mitos es que si desactivas el GPS del móvil, las apps ya no podrán saber dónde estás. Y aunque esto limita bastante la precisión, lo cierto es que muchas pueden seguir triangulando tu posición usando otras señales: redes Wi-Fi cercanas, torres de telefonía, e incluso el Bluetooth si está activado. Es decir, aunque creas que estás desconectado del radar, en realidad sigues siendo localizable con un margen de error bastante aceptable para muchos sistemas.
Por eso, más allá de desactivar el GPS, es importante revisar los permisos desde los ajustes del móvil, ver qué apps tienen acceso a la ubicación y limitar ese acceso solo cuando sea estrictamente necesario. Además, conviene saber que incluso apps que no necesitan tu ubicación para funcionar, como linternas o calculadoras, pueden pedir ese permiso solo para vender los datos a terceros. Así que el truco no está en dejar de usar tecnología, sino en usarla con criterio.